Contaba mi admirado Richard Dawkins, que existía un anciano profesor en su área que había profundizado apasionadamente en una teoría durante años. Un buen día, un investigador americano vino y refutó completamente la teoría del anciano.
El anciano dio un paso al frente, estrechó su mano y dijo:
"Mi querido amigo deseo agradecerselo. He estado equivocado estos 15 años"
Y toda la clase aplaudió. Era el científico ideal, alguien que había invertido casi una vida entera y le alegraba que le mostraran su error, y que la verdad científica haya avanzado.
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